¿La libertad del Espíritu Santo está sujeta a la autoridad de otro?
En efecto, el Espíritu Santo no está sometido al poder o autoridad de otro, sino que es dueño de su libertad, y con la autoridad de su propia voluntad, según leemos (en la Escritura), distribuye todas las cosas a cada uno según le place.
¿El Espíritu Santo se puede contar en el número de las cosas?
Por tanto, el Espíritu Santo no se cuenta en el número de todas las cosas, sino que se halla por encima de todas.
Si todas las cosas fueron hechas por medio del Hijo de Dios, ¿al Espíritu Santo se puede contar entre todas esas cosas?
Se invalida esta afirmación, pues el punto anterior explica que la Escritura da el nombre de “todas las cosas” que existen por medio del Hijo a las que “han sido hechas”. El Espíritu Santo no está hecho, no ha sido creado.
Si las cosas solo vienen del Padre y existen sólo por medio del Hijo, ¿El Espíritu Santo queda en silencio, como un agente pasivo?
Esta expresión es una interpretación maliciosa, pues en muchos textos del Evangelio, aunque no se expresa nada sobre el Padre y el Hijo, se sobreentiende su presencia. (Pasivo Teológico). Como el Padre está en el Hijo y el Hijo en el Padre, así también se ha derramado el amor de Dios por medio del Espíritu Santo que nos ha sido dado.
¿La creación entera es afectada por la gracia?
El Espíritu Santo infunde su gracia en las sustancias corporales y se infunde también en las invisibles: La creación entera queda cambiada por la revelación de la gracia espiritual.
¿La adopción filial nos viene por el Hijo o por el Espíritu Santo? Mientras que el Hijo toma la carne (es el Espíritu Santo quien la santifica).
Somos libres por medio del Espíritu que nos hace hijos.
¿Hay alguna situación que impida recibir el Espíritu Santo?
Los corazones cautivos no pueden recibir al Espíritu Santo, por eso el Señor Jesús llevó cautiva a la cautividad.
¿Cuál es la razón por la que podemos recibir el Espíritu Santo?
El Espíritu se hace capaz de ser recibido por nosotros por su bondad: Él es quien santifica.
La gracia proviene de la presencia del Espíritu Santo.
¿A qué se refiere la idea de ser sellados en el Espíritu?
San Ambrosio en su texto afirma que somos sellados no por naturaleza, sino por Dios. Cfr. 2 Co 1,21-22. Ser sellados con el Espíritu implica poder tener el esplendor, imagen y gracias de Cristo, por eso más que un sello físico es un sello espiritual en el corazón para que él reproduzca en nosotros los rasgos de la “imagen celeste”.
¿Por qué se dice que el Espíritu Santo no tiene una virtud circunscrita y determinada?
San Ambrosio expone que el Espíritu Santo tiene la capacidad de estar en todos y en todas partes, algo propio de la divinidad y de soberanía. Se infunde en los discípulos diseminados en diferentes regiones. Nada se le escapa ni le puede engañar.
¿El hombre puede acoger la plenitud del Espíritu Santo?
El hombre no puede acoger la plenitud del Espíritu Santo, sino que acoge, lo que se ha repartido según su propia voluntad. Se infunde en la medida en que puede acogerlo, y aun así la plenitud de la gracia espiritual es indivisible. Se nos da participar según la capacidad de nuestra naturaleza. Cfr. De incarnationis dominicae sacramento, Se promete la futura efusión de la gracia espiritual no sobre una carne irracional, sino sobre los hombres
¿A qué nos remite el autor cuando habla del Espíritu Santo como el óleo de la alegría?
Es llamado así para que no se confunda con una criatura, la naturaleza del óleo es tal que no se mezcla en absoluto con un líquido de otra naturaleza. Y la alegría no unge el cuerpo, sino que ilumina lo profundo del corazón, como dijo el profeta: Diste la alegría a mi corazón (Sal 4,7). Pierde su tiempo quien desea mezclar aceite con una sustancia más fluida, pues la naturaleza del aceite es más ligera que las demás, mientras estas otras se depositan abajo aquélla se separa quedando arriba.
¿Por qué referimos al Espíritu como el ungüento de Cristo?
Ungido conforme a la ley en cuanto al cuerpo, y en la realidad fue ungido superando a la misma ley, estando lleno de la virtud del Espíritu Santo que viene del Padre. Por tanto, el Espíritu es el ungüento de Cristo.
¿El Espíritu Santo perdona los pecados?
Los perdona solamente el Padre, solamente el Hijo, solamente el Espíritu Santo ¿quién puede perdonar pecados sino sólo Dios? (Lc 5,21);
¿El Espíritu de Dios pasa de un lugar a otro en su proceder?
De hecho, si el Espíritu procede de un lugar y pasa a otro lugar, también el Padre mismo y el Hijo se encuentran en un lugar, si aquel al que el Padre y el Hijo envían sale de un lugar. Así el Espíritu pasando y avanzando de un lugar a otro parece abandonar al Padre y al Hijo como si fueran un cuerpo, según la impía interpretación. Pero ni el Padre está circunscrito en un lugar, pues está sobre todas las cosas, no sólo de la naturaleza corporal, sino también de las criaturas invisibles; ni el Hijo está encerrado en Íos lugares o tiempos de sus obras, pues él está por encima de toda criatura, él que es el artífice de toda criatura; ni el Espíritu de la verdad, en cuanto que es Espíritu de Dios, queda circunscrito por algunos límites corporales, pues siendo incorpóreo, con la plenitud inenarrable de su divinidad sobrepuja a toda sustancia intelectual de las criaturas, teniendo sobre todas las cosas el poder de soplar donde quiera y el de inspirar como quiera.
Si hablamos de una unicidad el Dios trino, ¿es posible, entonces, que el Espíritu Santo descienda a nosotros, como si se separara del Padre y del Hijo?
Viene no de un lugar a otro lugar, sino de la economía de la creación a la salvación de la redención, de la gracia de la vivificación a la gracia de la santificación, para llevarnos de la tierra al cielo, de la injusticia a la gloria, de la esclavitud al reino.
¿Cuáles son los frutos del Espíritu Santo?
Cita a Didimo, en su Tratado del Espíritu Santo (Apartado XVll) Que este amor es fruto del Espíritu Santo, como también el gozo y la paz que es concedida por el Padre y el Hijo, lo confirma el apóstol cuando escribe: Fruto del Espíritu es gozo, paz, amor.
“En cambio el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, dominio de sí.” Gal 5, 22-23
Según el Catecismo de la Iglesia católica, que sigue la versión de la Vulgata, los doce frutos del Espíritu son caridad, gozo, paz, paciencia, longanimidad, bondad, benignidad, mansedumbre, fidelidad, modestia, continencia y castidad. (no. 1832)
¿A que se refiere San Ambrosio, cuando habla de la caridad que es una sola en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo?
Ambrosio cita a Didimo (no. XVl, 75) “Para vosotros, gracia y paz de parte de Dios Padre y del Señor Jesucristo” Rm 1,7 pero no en el sentido de que el Padre dé una gracia y el Salvador otra distinta, pues (Pablo) subraya que viene dada por el Padre y por el Señor Jesucristo, y se hace plena con la comunicación del Espíritu Santo.
Caridad en el Padre: “En efecto, así amó Dios al mundo, hasta el punto de dar su propio Hijo” Jn 3, 16 El Padre entregó al Hijo pero no como castigo, sino como gracia.
Caridad en el Hijo: el mismo Hijo se entregó: lo entregó el Padre, “que no perdonó a su propio Hijo, sino que lo entregó por nosotros” Rm 8, 32
Caridad en el Espíritu Santo: El Espíritu lo entregó. Está escrito: Entonces “Jesús fue conducido al desierto por el Espíritu, para ser tentado por el diablo” Mt 4, 1
Esta caridad de Dios se derrama desde arriba por medio del Espíritu y es un fruto del Espíritu Santo, porque fruto del Espíritu es la caridad, el gozo, la paz, la paciencia
¿Pero para qué defender con argumentos la unidad del nombre, cuando hay el testimonio evidente de la palabra divina de que el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo es uno solo?
Está escrito: Id, bautizad a los pueblos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Dijo en el nombre, no «en los nombres». Por tanto, no es uno el nombre del Padre, y otro distinto el nombre del Hijo y otro distinto el nombre del Espíritu Santo, porque sólo hay un único Dios. Y no hay muchos nombres, porque no hay ni dos dioses ni tres dioses.
¿Por qué no puede estar dividido el poder y la sustancia del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo?
Porque una sola es la paz, una sola la gracia, una sola la caridad, una sola la comunión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, ciertamente una sola es la obra de ellos. Y donde hay una única obra, no puede estar dividido su poder, ni separada la sustancia.
Si en el Padre y el Hijo y el Espíritu Santo no hay diversidad de nombre y lo que es el nombre del Padre, eso es también el nombre del Hijo, y de igual modo lo que es el nombre del Hijo, lo es también del Espíritu Santo, ¿podremos decir que también el Hijo se llama Paráclito al igual que el Espíritu Santo?
Sí, y por eso en el Evangelio dice el Señor Jesús: Rogaré a mi Padre, y os dará otro Paráclito, que esté con vosotros para siempre, el Espíritu de la Verdad .
Lo dijo bien «otro», para que no fueras a pensar que el Hijo y el Espíritu son personalmente el mismo. Pues hay unidad de nombre, pero no la confusión sabeliana entre el Hijo y el Espíritu.
¿Cómo explicar que el Hijo se llama Paráclito como el Espíritu Santo?
Es nombre de beneficio y de gracia, y Ambrosio toma de referencia la Primera carta de Juan “Si alguno peca, tenemos un Paráclito ante el Padre, a Jesucristo”. Ya que donde está el Espíritu también está el Padre. El Hijo y el Espíritu son una misma cosa, el nombre de la Trinidad es uno solo y una sola su inseparable presencia.
¿En qué sentido si el Padre es luz, también el Hijo y el Espíritu Santo lo son?
Ambrosio argumenta que el ser luz es propio del poder divino, tomando de referencia los escritos joánicos, cartas y evangelio, donde presenta que Dios es luz y en él no hay tinieblas (1Jn 1,5), así como dice que el Hijo es luz porque “la vida era la luz de los hombres” (Jn 1,4), y esto lo demuestra a través de las palabras que dedica a Juan el Bautista, como testigo de la luz. Por tanto, si los tres son Dios, resulta que los tres son luz. No hay una diversidad, sino la unidad del poder divino.